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albatros

IMAGINACION DEL ENIGMA

Ella como todos los días, salio con sus compañeras de la oficina con destino a la cafetería próxima. Es la hora del desayuno. Una vez en la calle se cruzaron una mirada de complicidad y se quedo rezagada.

En su bolso, buscó el teléfono y lanzo la llamada perdida, señal de que hoy podíamos mantener un contacto. Se quedó mirando el teléfono, impaciente y nerviosa, su grácil figura contrastando con la dorada luz de la mañana le daba un halo especial, su andar tranquilo sin una dirección definida, la mirada errática de quien esta esperando algo que aun no llega y que desea que llegue. Sonó el teléfono y una vez mas ese esperado sonido la sobresaltó, le entro un calor interno muy especial, con un suave gesto se aparto el pelo de la cara y se acerco el aparato al oído. Como otras veces volvió a lanzar un,   -holaaaa-,  que daba entrada a un,  -hola corazón, ¿Cómo esta mi niña hoy?-, de él.

Estuvieron hablando tranquilamente durante un buen rato, se contaban las últimas cuitas acontecidas, se lanzaban requiebros y palabras de cariño. La imagen de ella era sublime, dulce y grácil.

A lo largo de la conversación el le dijo,- ¿te gustaría que nos viésemos?-, eso se lo habían dicho muchas veces, siempre deseando y siempre temido, - ella dijo como siempre, -si-, el le sugirió que se diese la vuelta, ella no entendió que le estaba diciendo y volvió a repetir, - gira sobre tus pies 180º- .

Dos figuras se encontraron de frente y las dos hablando por teléfono, ella escuchó lo que  unos labios que tenia delante gesticulaban, -yo soy tu enigma-. Los brazos de ambos, se bajaron a lo largo del cuerpo y por un instante no supieron que hacer, se miraban y  dudaban entre desplomarse, salir corriendo ó por fin abrazarse. La sorpresa de ella se unió a la tensión de él, que aun era más grande si cabe, esa conversación contenida mientras la observaba, mientras le pedía, opinión para su encuentro le había lanzado los latidos al límite de sus capacidades. Lentamente se acercaron y se fundieron en un abrazo intenso, potente, al cabo de unos instantes ella le dijo al oído, - y yo tu princesa-, entonces separaron sus caras, se miraron a los ojos y se fundieron en un largo y tierno, beso que por lo deseado, era temido. Por fin se conocieron, por fin pudieron darse ese deseado beso, mirarse, tocarse  y sentirse de cerca. Fundidos el uno con el otro, se fueron andando calle arriba.

La princesa y su enigma, el enigma y su princesa una vez más se habían unido en ese sueño, ese instante que los hados del destino habían permitido que una vez más imaginasen.

En algún momento de la existencia tendrán esa oportunidad.

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